Thursday, August 09, 2007

Soy caminado por un planeta crepuscular


Soy parte de un surco perdido y encontrado al mismo tiempo, las aguas a veces indescifrables del ir y venir hacen que la barca se mueva hacia un lugar y hacia otro, confundiendo a ratos el andar. El agraz también es acompañante de la nave, el hoy está presente por designio y por opción, él contempla las andanzas y deja que se construya como viento en temporal.

A veces, nubes de polvo y arena empañan la vista pretendiendo confundir la perspectiva. Por eso, y por lo que aún esta por conocer, traigo conmigo una armadura que camina con voluntad propia; ella habla, aconseja y conduce desprendidamente con naturaleza pasional. Cuando pretendo esconderme por temor, ella se pone por delante, haciendo caso omiso a cualquier reclamo que quiera hacer. Ella se da silenciosamente a la batalla, porque sabe que a través de las heridas surgen encantamientos y pronunciaciones que tienen el poder de transformación, de alinear cualquier realidad y mundo posible, cualquier universo posible de imaginar.

Cuando escribo palabras acompañadas por la soledad más cómplice de todas, ella es la acompañante perfecta de un guerrero: un amasijo de cuerdas y tendones ligamentados a la reminiscencia de todos quienes han sido y han batallado por ser otros, todos quienes se extendieron a través del cosmos jugando a desenlazar una mirada desterrada en la pupila de otra, y que desenvainaron sus espadas a la luz de una empresa imposible; todos quienes sólo con elementos casi olvidados de un mapa y con armas y herramientas rudimentarias en sus manos, escarbaron siglos y milenios para así descubrir los vórtices de viaje olvidado, descubrir la nada, y descubrir que en ella existía una otra vida, una posibilidad de tener una posibilidad.

Cuando la soledad llena el espacio ahuecado por la recapitulación, ella se apodera del cuerpo y tatúa millones de banderas con el signo de un ave en su centro, graba mensajes para ser revelados en el sueño y también en gestos y movimientos de otros. Los graba para que en momentos de duda, arena y confusión, las aves revoloteen muy cerca de los sentidos, llevándolos sobre la niebla donde se asoman las emanaciones de un castillo sideral. Ella se funde cada vez más conmigo y me transforma en quien soy.

Soy caminado por una constante de preguntas inexplicables que se revelan en la tormenta, una ecuación que se resuelve en el choque de las galaxias. Esta constante se rebela del letargo, "muda los sueños" -como dice Jeremías-. Hoy lo hace para estirarse inexorablemente hasta el corazón de la montaña. Soy caminado por una esfera crepuscular, una esfera que observa mis pasos, que los advierte, los presiente y los voltea a través un prefijo, una acción que fue vivida y digerida por los túneles y sus carruajes, por constelaciones interdimensionales que testificaron la experiencia y pugnaron por hacer viva la evocación del propósito. Ahora que escucho su eco, recuerdo también el momento donde se gestó el fruto del eterno banquete de armaduras soledades, de banderas y aves; de salones poblados por invenciones de lo abstracto, juegos de percepción elaborados a partir de un plano escrito con tintes y enlaces sensoriales de otro lugar, un anfiteatro remolino que se adentra en la tierra como disco girando a velocidad luz; signos y códices apuntando en dirección noreste, otros tantos que lo hacen al sureste para luego reunirse en un punto vacío. Se acerca la imagen, luego, la presencia de otras voces y sonrisas de caracola imitando al mar.
De pronto, un sonido metálico, dulce y resonante, nos transporta a un jardín transparente del espiral espacio-tiempo. Estamos todos, nos recuerdo a todos en aquel lugar.

2 comments:

reikiaduo said...

Cuantas vueltas y reeltas para llegar a un jardín transparente

Lo tienes (lo tengo) mucho más cerca que todo eso

Elú said...

A veces las cosas son como deben ser, entendimientos que van mas allá de nuestra pequeña comprensión, proyecciones que sólo el caminar revela paso a paso.