Friday, July 27, 2007

Quimeras y embrujos


Las quimeras y los embrujos juegan como niños en todas partes, somos nosotros los que a veces atamos nuestro cuerpo a las expectativas que tenemos para el devenir de los instantes.

Hay momentos donde quisiéramos que las verdades ocultas se revelen como rayos interminables en el uno y en el otro para que la vida nos parta el alma en un millón de partes, y así sumergir cada partícula de nuestros ser en un canal de comunicación universal. Pero no nos encontramos siempre y en todo momento, porque aún hay veces en que “queremos que suceda”, y ese querer, se convierte en arena para nuestros lazos que pretende apropiarse de lo que es libre en su totalidad. Queremos ver como vuelan las aves porque el vuelo es lo que inspira nuestra partida, nuestro gran viaje, pero a veces, a causa del miedo, queremos verlas desde nuestras manos para sentirnos más seguros, para que las aves no se escapen. Queremos tanto que nos duele muy profundo cuando no logramos satisfacer nuestra expectativa. Y siempre es así, siempre duele porque la vida está en el fulgurante trazo de las aves volar.

Nos encontramos en la nada y decimos: estos somos, no esperes nada distinto a lo que somos hoy, sin embargo somos también el no-tiempo, y las posibilidades son siempre infinitas e ilimitadas, y no hay nada que no pueda suceder, no hay nada prohibido; estos somos en este presente, somos uno, somos dos, somos todos y un solo un ser.
Transformo constantemente porque soy parte de un tejido sin terminar, dice Él. Metamorfoseo cada herida, cada espacio vivido en un propósito, cambio cuando debo hacerlo y lo dejo de hacer por el mismo principio y fin: despertar este cuerpo aún dormido. El sonido que escuchas en mis palabras, es sólo el eco de las huellas que se dibujan a propósito, que se construyen con serenidad en el misterio de un mapa. El secreto es que te transformes en camino.

Las quimeras y los embrujos se mueven en libertad por el insondable espacio de la experiencia. Las quimeras y los embrujos juegan como niños por todas partes: juegan en una cama y en los pasillos del metro; juegan en la cocina y dentro del televisor. Juegan con sus trapos y pelotas, con sus guitarras y sus metáforas, con su sabiduría; Juegan con su instinto certero y con el encanto. Juegan hasta derretir su piel, como lo hace la nieve que cae lentamente desde las hojas que cobijaron sus copos por arte y enigma de la naturaleza. Están siempre ahí ellos, jugando con sus hilos, haciendo nudos y deshaciéndolos; están siempre ahí, ensoñando figuras que conecten a lo eterno, ensoñando y jugando a llamar a lo Otros para responder a su trazado. Son ellos los que invocan este momento, son ellas también. Ellas y ellos que desde el interior de sus receptáculos expulsan vida desde sus ondeantes intensidades que huelen el perfume y la memoria de una nueva partida, esa aventura del delirio que se gestó por el más real y palpable destino de la imaginación cósmica, esa imaginación que nos invita como la vida que se nos brinda en cueros y nos regala un sueño escurridizo que se debe andar de puntillas para no romper el hechizo. Esta noche no tan fría tiene magia de imaginación y de pincel, se parece mucho a las noches de la vida, se parece mucho a chupar un palo sentado sobre una calabaza.

Esta noche Juego a escuchar a Serrat, guardo en mi corazón las palabras y las sumerjo con los nudos de la garganta. Juego a escuchar mensajes provenientes de Otros que hoy viajan buscando la vida. Juego, los abrazo y me viajo también en ellos para compartir cada paso y cada lágrima, cada beso y cada herida que por sus fibras hoy emana.


Wednesday, July 11, 2007

Una cueva sin edad

Una cueva sin edad aparece desde un punto en el horizonte. Una línea se tensa desde mi ombligo y se estira para alcanzar su borde. No se si viajo hacia ella o es ella quien llega hacia el aquí. Estoy en la entrada, giro hacia atrás y veo un punto de donde nace una cuerda. No se si viajo hacia ella o es ella quien llega hacia el aquí. Estoy dentro de la cueva y fuera de ella.

Extrañas inscripciones parecen tener voz propia, un lenguaje semi-corpóreo sume los pensamientos en un estanque de espejos negros, en un charco de tierra respirante, en un antiguo vaso de greda. Me transportan sostenidas por el vértigo, dejo de estar. Regreso sin regresar. Ahora soy quien dibuja esas incripciones; balbuceo cánticos inentendibles para cada símbolo inscrito. Las horas pasan, los días pasan y la piedra cambia de color. Regreso sin regresar.

Estalactitas que huelen a vacío se sumergen en un escenario opuesto, un vórtice amatista transporta el pensamiento hacia el momento de la gestación, de la eclosión cósmica del misterio, nos llevan al instante en que el planeta florecía sin cesar dejando surcos y mapas para ser leídos en algún tiempo, al espacio silente donde la humanidad era sólo sueño y latido de los ríos de roca en estado líquido, de los soles errantes rejuvenecidos por un quiebre del lugar y de las mareas que guardan celosas el pulso del universo.

No existo en vida propia, sólo estoy presente como un recuerdo del futuro, como proyección tridimensional que gira sobre la cresta de una ola inminente en el oscuro mar de la conciencia. Estoy presente porque alguien acuerda, alguien tañe los incontables filamentos que tejen el velo de la inmensidad, alguien marca los pasos en golpes gemelos de un tambor, dibujando espirales en un ritmo multisensorial que condensa todo el infinito en su un ciclo vital. No existo en vida propia, sólo presente como invisibles palabras desde el humo.

Pienso en lo invisible, en la separación de las palabras de quien las evoca, en caminar con una niebla alrededor que sólo permita percibir sonidos y visiones presentes que reflejen un propósito. Ahora, en nosotros, sólo el resonar de un eco que regresa luego de un lejano choque estelar, sólo un tenue soplido en un comienzo, un pequeño molde intentando albergarse en un espacio vacío, un punto en la nada. Nos acercamos hacia él y logramos verlo con mayor claridad: no es un punto inerte, la figuración es una frecuencia vibratoria que se mueve delante de nuestros ojos. Ahora todos podemos verla, y sin acuerdo racional alguno, confirmamos su presencia. Es su significado lo inmanente, es la sensación que toma la forma predilecta de cada filamento que nos acompaña.

Nubes a gran velocidad se reflejan en la pared, cascabeles azules se repiten para hipnotizar a quien se engancha junto a ellos, las voces resoplando palabras que sólo entiende un cuerpo que trasciende nuestro entender, las cuerdas hermanadas, la pena algunas veces, la soledad en otras, el anhelo de viajar en una frecuencia sin fin. Todas estas, plegarias de otra edad para despertar una consciencia dormida, una entidad hecha de segmentos de sol, una constelación implacable que respira solamente aires de libertad.

Pienso en lo invisible y las heridas de nuestro camino, lágrimas metamorfoseadas en firmamento. Los puentes en el cielo, los paisajes de Ixtlán, todo el aprendizaje que da forma a esta, hasta el hoy, embarcación aún incompleta. Percibimos y también nos preguntamos: ¿De qué embarcación hablamos?,¿Cómo sabemos de su incompletitud?, ¿De dónde nace esta extraña certeza de unidad y de viaje?. Son preguntas sin respuestas para la antigua sintaxis, sólo lineamientos cimentados en un pliegue creado desde esta tercera dimensión; para alguna otra sintaxis, una ruta grabada en nosotros desde tiempos inmemoriales, codificada de manera críptica y delirante. Un mapa que sólo desde la nada puede ser descifrado, una guía de viaje resguardada en la metáfora, seguramente escondida de la negrura que comenzó a acechar en la antiguedad. Es la embarcación un rompecabezas de este cuerpo-mapa puesto al cuidado del silencio en el interior de un grupo...

Caen las líneas desde el lado izquierdo y se acaba el tiempo en este hoy. Una vez más, un aire de esperanza baña nuestra partida, en este palpitar, una helada ráfaga de intento y de miradas que regresan a su planeta natal.