Thursday, August 23, 2007

Los movimientos del cuerpo


Abro mi pecho para saber de lo que hay frente, para comprender que eso que está ahí nos es más que otra proyección fantasmagórica que se acerca mendigando pasados, no es más que una ilusión arrastrando un morral de vanas intenciones, esas de sustraer lo inevitable que hay aquí. No fue más que eso, no fueron más que eso, no son más que sacudidas de allá que aún creo sombras y evocaciones del ayer, son elucubraciones de la nada que por causa del estiramiento y la escisión aún en estado de crisálida, (ambas acompañadas por un irremediable dejo de existencias olvidadas), muestran aún borrosa la vida esencial. Lo se, han llegado los demás, los sentí llegar, siento sus memorias correr como torrentes de flujo ancestral, los siento como planetas desnudos aguardando habitarse por cada parte de sus unos y sus otros; sostengo nuevamente su entramado de cuerdas, es por eso que puedo volver a sumarme a la calle de los tejidos, a la arboleda que sembró humanos para verlos mecerse al viento.

La ilusión se sintió por los oídos y se ha retirado, ha dejado al descubierto lo inevitable de los pasos y las respuestas contempladas por los puentes nocturnos que se entrelazan entre nosotros; la revelación ha propiciado los movimientos que ahora tenemos en el otro mundo y ha hecho aparecer niebla silenciosa por donde cruzar. Mientras tanto me interno en este viaje, sostengo mis mensajes con forma de fruto silvestre, con hilos de plata se abren las cavernas y sus pórticos sonoros, y en los vagones de un tren, se trenzan palabras para lo desconocido, que extraña y conocidamente zanjan en este preciso momento un encontrar de ser para cada predilección, sea cual sea, esté donde esté.

Giro el cuello buscando a propósito la contorsión, por si a la memoria del cuerpo le corresponde arrojar alguna imagen, algún elemento que sirva como coagulante de esta devastadora efigie que golpea insistentemente traspasando todo plano físico, reemplazando cada idea coherente del mundo que dejé atrás por otra nueva microforma abstracta, un núcleo consciente de su partida. Y entonces responde sin más, sostenida en el intento, la contorsión hace que el cuerpo muestre su saber y lo transporte donde tenga que hacerlo.

Estiro los brazos para abrir una ventana que ya fue antes abierta. ¿Cómo lo supe? vi a mi mano izquierda hacerlo una vez: fue en el mismo momento antiguo que parecía perdido, en el espacio que se volvía grande y yo pequeño, donde las paredes eran de agua y sus colores se combinaban solos. Ahora me acuerdo, me vuelvo a ensamblar.

Estiro también mi vista y esta se aplana eternamente. Para entonces ya se arruman al rito otros movimientos que también son expelidos por la garganta del águila: corrientes de superfilamentos que allá afuera parecen volantinas flotando en la negrura, formas sin forma, recipientes transparentes de líquido oscuro, túneles y túneles amantes del abismo, partículas que se contraen y expanden a contraluz. Mis ojos se agrandan y se funden con la línea que divide los mundos. Y todo se torna de una vez en absoluta claridad: las estrellas son moradas que hipnotizan los caminos con las fragancias y puntos que vienen desde el arrebol, las estrellas son hogares y manantiales, son paisajes abiertos por mi mano derecha, que ahora sostiene una línea de luz parecida a una vara de coligue incandescente aún está empolvada por efecto del raco. Ella se pasea cada noche en este lugar, está aquí y más allá de lo conocido; ambosbrillamos, todos brillamos.


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