Wednesday, June 27, 2007

Toda batalla es una última batalla


Los árboles se preparan para la inminente batalla. Pregoneros y tamboriles se aprestan siempre conscientes a lo indescifrable del momento, son ellos cómplices y testigos, son el espíritu amigo de esta noche oscura y rojiza. Jeremías habla de una luz en la oscuridad, una luz que devora día a día la consciencia dormida. -Debemos estar despiertos, nos dice. Afirmamos en silencio la verdad irrefutable que también sentimos, algo se mueve en nosotros mientras dejamos que la noche nos siga hablando.

La marcha de las nubes alza su intensidad en delirante y danzante hipnosis, y en cada encuentro de ellas con otras, en cada roce de sus figuras etéreas con la atmósfera, en cada choque de sus brazos de algodón rubí, el firmamento tiembla y resuena con todo su poder en telúrico tronar. Es aquí, en este ahora, que nos reconocemos nuevamente en la nada, que nos vemos junto al pulso del cielo acelerando su paso para llegar con premura y sin atraso a su cita con lo inevitable; es aquí, esta intensidad una e infinita, que el universo se hace guerrero, que levanta el cuerpo de su letargo.

Daniel escucha la conversación de los árboles, él dice que el sonido de sus troncos torcerse nos habla de que ellos tienen especial relación con el viento, y que en ocasiones especiales como esta, su fuerza les permite ir con él, y que ellos aceptan esta invitación, dejando por un momento su lugar fijo junto a la tierra. También escucho a los árboles y escucho a sus hojas danzar, mi corazón siente el pulso del cielo que acelera su paso, un extraño aroma de aire tibio delata la inminente lluvia, todo se calla por un instante frente a la voz del viento, comienza la batalla.

Algunas gotas dibujan estrellas negras en el suelo, el silencio comienza a romperse. Cada invitado alza su voz dibujando figuras presenciales, gestos ancestrales de colores casi olvidados. Ellos vistiendo traje de guerra, empuñan una fibra brillante que se funde con el firmamento. Ellos son conducidos a través de carrozas fuego por el campo de batalla. Ellos, con sus cimitarras dirigidas hacia el cosmos, manifiestan su destino al cuerpo, y él les responde mostrándoles el crudo enfrentamiento.

Un relámpago revela la presencia de sombras acechando en la cercanía, un trueno lo confirma. La lluvia se ha desatado con furia y la luz se entrega en ofensiva. Sonidos sordos, destellos lejanos, silbidos, llamados, cánticos, invocaciones, chirridos, golpes secos, ramas quebrarse. Sólo actos inconexos son los perciben desde afuera, movimientos entrecortados, trazos confusos sólo se leen. Desde adentro es una disputa feroz, una explosión zanjada por surcos de un ruedo, razón del delirio en cuentas de un collar: son millones de esferas formando racimos, precipicios burbujeantes, nieblas amarillentas, túneles y pasajes hacia cualquier lugar.

El camino cambia de color mientras lo vemos, el camino da vueltas mientras sus rayas de agua son entrecortadas por el viento. Toda batalla es una última batalla sobre la tierra, una última y desgarradora lucha por deshacernos de las fauces de un predador que cambia realidades por espejismos, que transforma sueños por miedos, que oculta la verdadera identidad de un mundo plagado de sombras en una falsa imagen del edén. Su mayor estratagema es hacernos creer que no existen, pero esta noche están de frente y sin disfraz, esta noche no escapan. Aunque mañana querrán hacernos olvidar, algo imborrable ha dejado la batalla, una verdad se ha situado como mensajera del alba.


1 comment:

Gloria said...

Como seguir despiertos? Esa es mi pregunta. Una cosa parece cierta, despues de leerte siempre lo estoy. Un beso.