Wednesday, March 07, 2007

Regreso


He vuelto al lugar donde comencé. He vuelto, pero nunca he regresado. El camino de retorno apagó todas sus luces, cerró lentamente sus puertas por dentro y selló sus ventanas para siempre. Esperó este camino todo un giro de la rueda, clamó hasta el último momento, lo hizo hasta en su último espacio de agonía, mirando cómo se extinguía su voz entrecortada en el limbo; pero nadie llegó a su última llamada, nadie fue el último, no hay ya retorno.
He quedado atrapado en lo tremendo por haber seguido inocentemente una trampa que infinito me tenía preparada. Fue una estrategia impecable y llena de sigilo la que me hizo entrar en el juego. No quería, nadie quiere, pero de igual forma entré. Comencé tranquilamente, seguro y desconfiado, expectante; nada podría hacerme caer. Lancé con la confianza que mi supuesta experiencia me otorgaba, pero esta resultó tan quebradiza, que en la primera jugada, ya me encontraba en el suelo dándome explicaciones, extraviado y sin sentidos que me orientaran. Sentí la cobardía en mis actos, miedo, sentí lástima por mi mismo. Pero me levanté, siempre lo hice, y sabía que contaba con más donde recurrir en caso de necesitar apoyo. Olvidé, seguí haciendo lo que creía correcto, y, naturalmente volví a caer. Y caer se llamó el verbo de mis actos y levantarme el retorno, y caer se transformó en algo rutinario, y levantarme se vistió de contrarespuesta, cumplió el papel de esperanza, pero era solo un rol, un disfraz. Y así cabalgó el jinete del tiempo, acabando con todo lo que se le ponía por delante, y no quedaron más apoyos sobre que sostenerme. Hasta que llegó lo inevitable. El tiempo se detuvo por un breve momento; tuve la oportunidad de elegir. Decidí apostar todo, todo cuanto creía por realidad: todas mis convicciones, triunfos y fracasos, espacios, guaridas y refugios, artilugios, pasados y futuros, todo lo seguro, mis sustentaciones. Llegó el ansiado momento y caí por última vez. Supe que nunca había caído, que era un impostor el que jugaba. Fue entonces que giré la rueda e hice mi primera jugada. Algo ocurrió. El infinito rió, y sin compasión alguna, devoró cada parte de mi ser, cada recuerdo aciago, cada rastro y cada huella, dejando sólo la nada que inunda estas letras. Nada, y estoy de regreso sin estarlo. He sido enviado por los Otros, por una quimera que se gestó en el más secreto silencio de la noche, donde el conocimiento tuvo la oportunidad de tomar sus remotas riendas y dirigir con sus carros y fulgores una luz que nacía desde lo más profundo; así supe que en la nada vive el todo, que el silencio y la soledad son amigos de lo eterno, que la incertidumbre está en nuestros bolsillos, y también, que somos parte de un universo misterioso que nos ofrece la posibilidad de concebir un sueño que se cree imposible: Volar y Ser libre en la vastedad.

Día nuevo hacia atrás ,
Vuelta de vista que vio sobre sus hombros un par estelar.
Que de céfiros estaban bordadas,
Sus vestiduras,
Sus armaduras,
Entretejidas,
De nada.

Día nuevo hacia atrás,
Vuelta del encuentro que de sueño viaje final.

Estoy en la tierra nuevamente. Estoy de nuevo en este laberinto, en la realidad doliente y acuosa, en la incurable metamorfosis que se ve a si misma con dos miradas: Una primera acercándose a lo desconocido, y otra que hace presión por dentro y puja por salir al mundo. Estoy presente. Es tiempo de hacer realidad esta quimera.


2 comments:

María Elisa Quiaro said...

lo sabía, ya se quién eres...eres l espejo que se repite infinitamente. un abrazo

Mónica Sabbatiello said...

He hecho el ejercicio de leerlo de adelante a atrás y a la inversa, y he hallado una explosión de salidas.
He de volver a leerlo, otra vez, y otra, porque aún me queda descubrir algo más.