Friday, April 01, 2011

El corazón de la Montaña



Un comienzo nunca es el verdadero inicio, se parece más a las marcas en el camino, al brillo de las cicatrices que quedan mientras nos encontramos.

Reconocemos el inicio de algo nuevo en nuestra vida cuando una explosión de energía palpable y visible a nuestros sentidos se dirige directamente a nosotros y nos habla -en el lenguaje de cada cuerpo que habitamos- sobre una transformación. Esta explosión nos hace saber de algo distinto, y en cada una de las muchas formas en que se manifiesta nos recuerda, mediante señales, que estamos caminando, que somos parte del misterio de la vida y que estamos aquí tratando de averiguarlo.



Siento que estas explosiones de energía se hacen visibles cuando logramos cerrar círculos en nuestras vidas, cuando la experiencia nos permite acercarnos un poco a entender los significados de lo que pasamos hace algún tiempo, gracias a la distancia que se crea con lo vivido; los círculos terminan su trazado cuando llegamos a conocer, cuando entendemos que las dificultades que se nos presentaron eran desafíos para hacernos fortalecer, cuando sabemos que la soledad es en verdad un regalo para compartir, y que la bajo frustración hay una gran enseñanza. Conocer, no es más que el experimentar las cosas en el adentro y el afuera, es estar dentro de todo instante por muy áspero que sea, es suceder y vivir con valentía cada decisión, es dejar atrás el pensamiento y la idea para convertirlo en lo palpable.




Este presente, reflejado desde aquí y en todos los movimientos que ha tenido esta bitácora de viaje, está marcado por la transformación, por la sensación de otro comienzo que brota constantemente desde el silencio, que serpentea con sutileza por cada célula del cuerpo enviando mensajes de activación. Este presente es el que desenvuelve la crisálida, es el impulso irrefrenable que nos orienta hacia otro lugar: Nos lleva a la experiencia de la montaña y su andar sereno, nos transporta desde cada huella y sendero hacia lo ancestral de la tierra, hacia el eco de su sencilla desnudez.



Cada partida es una nueva partida y esta dirige su intento hacia el corazón de la montaña. Se que aquel corazón es grande, porque comprendo que es también el inconmensurable sueño de descubrir la magia de cada latido y de despertar en él el anhelo más profundo, ese anhelo de la libertad con piel de vida que se despoja de todo lo innecesario para salir en busca de lo desconocido, del universo inexplorado que habita en cada uno de nosotros; Se que aquel corazón es el que está presente en cada rastro de la conciencia, el que vive en la experiencia y en la constante transformación que es cada comienzo, y ese comienzo es hoy, es aquí, el encontrar ese corazón en la mismas montañas, porque lo que explota con todas sus fuerzas hoy en mi, es la certeza de que las montañas son también ventanas hacia el infinito y eso no hace más que llenar de pasión cada paso que estoy dando por alcanzarlas.

La invitación está abierta, salgamos a caminar.

Elías.

2 comments:

Max said...

Excelente Elias, muy buena iniciativa y buen relato.

Anonymous said...

Grandes palabras, Elías...me emociona la manera que tienes de describir las transformaciones, el infinito, el presente. Poner en palabras el sentimiento que retumba como una vibración imperceptible en nuestro ser, eso es dejar que fluya la montaña a través de ti...

Esperaré ansioso tus próximos escritos, compañero.

Cristóbal